Han sido meses tremendos para la economía; pero más tremendos para los economistas y sus previsiones de crecimiento. Fueron pocos (y no les prestaron ni micrófono ni imagen) los que avisaron del trancazo que se anidaba en el eje de la economía mundial. El quebranto hipotecario en Estados Unidos solo se empezó a anunciar en los medios masivos de comunicación cuando ya las constructoras, los bancos, los dueños de las casas, iban en picada y declarándose en bancarrota. Existe una lógica perversa para entender el desarrollo de la información en torno a las caídas económicas. Poniéndonos en el lugar de un secretario de hacienda o de un banquero central, en tiempos “normales” conviene retrasar lo más posible el anuncio de la entrada de un periodo recesivo pues estos en el pasado generalmente no duraban más de 4 trimestres consecutivos.
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