José Narro Robles*
Como en muchos otros momentos de la historia, nuevamente la enfermedad se ha ensañado con nuestra sociedad. Con la epidemia, la salud de muchos mexicanos se ha visto afectada. Decenas de ellos han perdido la vida y es imposible ignorar el grado de riesgo que estamos sufriendo. Somos millones los que en estos días hemos compartido una enorme preocupación por la magnitud y la potencialidad negativa de esta amenaza.
Sin embargo, los daños de la epidemia, los directos y los intangibles, al igual que ella misma, apenas se empiezan a notar. Los casos de enfermedad, los de muerte y el pánico de la gente, han sido la expresión inicial de esta patología. A ella se deben sumar muchas otras consecuencias. La economía, la vida política, la imagen de México en el extranjero y el propio comportamiento colectivo han sido trastocados.
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