MEXICO, DF, 27 de julio (apro).- En la sobremesa de una cena en un restaurante de Morelia, Michoacán, el 11 de febrero de 2006, Felipe Calderón se sumó a la charla que sosteníamos un grupo de periodistas con miembros de su equipo de campaña, entre ellos Juan Camilo Mouriño, y aproveché para preguntarle sobre su amistad con César Nava Vázquez.
Era apenas la tercera semana de campaña y Mouriño, enterado de que los periodistas estábamos en el restaurante, se hizo presente y desde ahí llamó a Calderón para sumarse al final de una cena con Lázaro Cárdenas Batel, gobernador de Michoacán, de la que llegó con el buen humor de quien ha hecho un provechoso pacto, sabido su odio compartido por Andrés Manuel López Obrador.
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Era apenas la tercera semana de campaña y Mouriño, enterado de que los periodistas estábamos en el restaurante, se hizo presente y desde ahí llamó a Calderón para sumarse al final de una cena con Lázaro Cárdenas Batel, gobernador de Michoacán, de la que llegó con el buen humor de quien ha hecho un provechoso pacto, sabido su odio compartido por Andrés Manuel López Obrador.