Pedro Miguel
Procter & Gamble, Coca-Cola y Repsol, por ejemplo, han dejado algunos indicios, pero se requiere de una investigación minuciosa, con la perspectiva amplia que da la historia, para esclarecer los entramados que, en los hechos, han colocado a los grandes capitales del mundo como superiores jerárquicos de los más recientes habitantes de Los Pinos, y cabe dudar que los historiadores de la Corte se animen a emprenderla. Tal vez algún día conozcamos a detalle la función que desempeñaron los grandes corporativos del extranjero en la selección –e imposición, en su caso– de los gobernantes mexicanos de las últimas décadas del siglo XX y la primera del XXI: los virreyes contemporáneos que han propiciado la transferencia a las transnacionales de la propiedad de los bancos, las minas, los ingenios, buena parte de las telecomunicaciones, lo que queda de los ferrocarriles, la industria alimentaria, la generación de electricidad, los derechos de autor sobre obras de arte y especies vivas de origen nacional, entre otras cosas.
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