Ricardo Rocha
De pronto uno tiene que reflexionar sobre la paradoja de los indicadores de la macroeconomía. Sí, suena rudísimo, por ejemplo, que este año el crecimiento se vaya al caño del -10%. O la estadística feroz de 4 millones de desempleados. O un índice inflacionario que siempre crece más que los pronósticos oficiales.
Números que, siendo tan alarmantes, no dejan de ser abstractos y lejanos hasta que aterrizan brutalmente en las familias de todos y cada uno de nosotros. Ahí donde el decrecimiento angustia, el desempleo explota y la inflación muerde los bolsillos. Y de eso, de lo micro, se habla muy poco. Aunque se padezca todos los días y se quiera ocultar todos los días porque a nadie le gusta causar lástimas. Sin embargo, ahí están las estadísticas oficiales y de expertos que justifican por qué hablo de rabia creciente y de un terreno minado y explosivo:
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Números que, siendo tan alarmantes, no dejan de ser abstractos y lejanos hasta que aterrizan brutalmente en las familias de todos y cada uno de nosotros. Ahí donde el decrecimiento angustia, el desempleo explota y la inflación muerde los bolsillos. Y de eso, de lo micro, se habla muy poco. Aunque se padezca todos los días y se quiera ocultar todos los días porque a nadie le gusta causar lástimas. Sin embargo, ahí están las estadísticas oficiales y de expertos que justifican por qué hablo de rabia creciente y de un terreno minado y explosivo: