Raimundo López/Prensa Latina
La posibilidad de encontrar una salida negociada a la crisis desatada por el golpe militar en Honduras continúa tejiéndose, tras 102 días de una tenaz resistencia pacífica de la población.
La violenta interrupción del Estado de derecho por militares, políticos y empresarios, sustentada en las fuerza de las armas, dejó graves desgarraduras, con un saldo aún por precisar de muerte, heridos y encarcelamientos.
La mañana del 28 de junio, en medio de la ira y el desconcierto de los simpatizantes del presidente Manuel Zelaya, era difícil imaginar que, 102 días después, la resistencia estaría en las calles, pese al estado de sitio.
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La violenta interrupción del Estado de derecho por militares, políticos y empresarios, sustentada en las fuerza de las armas, dejó graves desgarraduras, con un saldo aún por precisar de muerte, heridos y encarcelamientos.
La mañana del 28 de junio, en medio de la ira y el desconcierto de los simpatizantes del presidente Manuel Zelaya, era difícil imaginar que, 102 días después, la resistencia estaría en las calles, pese al estado de sitio.