El próximo domingo la República de Chile aplicará por tercera vez la segunda vuelta electoral, un mecanismo destinado a otorgar una amplia plataforma de apoyo al Presidente de la República, aunque alcanzar ese propósito puede generar efectos nocivos para la democracia.
Como casi todos los países latinoamericanos que la han instituido, Chile incorporó el ballotage, como con afectación se llama la segunda vuelta para recordar su origen francés, apenas hace dos décadas. Su origen lejano remite a la elección de 1970, en que el presidente Allende alcanzó apenas un tercio de los votos, y su ascenso a la Presidencia tuvo que ser resuelto por el parlamento, que ponía en práctica una suerte de segunda vuelta no determinada por el voto de los ciudadanos sino de los congresistas. |