Anda rondando en el país, merced a las declaraciones e iniciativas propagandísticas de Humberto Moreira y el Partido Verde, la idea de que ante el crecimiento imparable de la delincuencia, que se ensaña cada vez más con su víctimas, debe el Congreso de la República, reconsiderar la aplicación de la pena de muerte. Hay quienes, además, como Carlos Marín piensan que el hecho de que PAN y PRD unidos hayan desechado tajantemente la mera discusión del asunto, es un error más de esos “becarios” –dice Marín– que “recularon” y no le entraron al debate de una disyuntiva; “cárcel o exterminio de criminales extremos” que, según las encuestas, importa a grandes capas de la población.
Que posiciones como las de Moreira y el Verde son políticamente rentables no me cabe la menor duda. Que son irresponsables y que es peligroso entrarle al juego, dándose el lujo de discutir el asunto para terminar doblegado por los estudios de opinión y la urgencia de votos, tampoco. Saludo pues el rechazo de ambos partidos a plantearse siquiera el asunto. Aunque no puedo concebir, lo siento, que la justicia y la sangre vayan de la mano, entiendo perfectamente que la sangre inocente derramada excite a las multitudes y las haga clamar por venganza.
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