Ahora que tanto se habla de la alianza Convergencia-PT y de las operaciones naranjas para hacerse de perredistas a diestra y siniestra, vale la pena echar una mirada la historia y develar la biografia de este neoconverso a la democracia y "luchador de izquierda" que paralizó el desarrollo de Veracruz, de la mano del infame Fernando Gutiérrez Barrios, su padrino. Priísta, empresario, corrupto... ahora figura entre las simpatías de otro salinista como Federico Arreola, como depositario de la lucha electoral de la izquierda mexicana. Habrase visto. Reaccionemos: Ante los oportunistas, no nos confundamos, Rescatar al PRD es la vía. (Por supuesto, esta colaboración es una suma más para propiciar un verdadero debate sobre lo que nos acontence como movimiento) La verdadera izquierda es critica y revolucionaria, dueña de su propia voluntad a elegir.
¿Quien es en realidad Dante Delgado Rannauro?
Oscar Camacho Guzmán / La Jornada
¤ La historia de Dante Delgado Rannauro es una típica historia del sistema.
Hijo de una modesta familia de clase media, Dante Delgado Rannauro llegó a ser en pocos años uno de los hombres más adinerados de Veracruz, gobernador sustituto de esa entidad, ahijado político de Fernando Gutiérrez Barrios e, incluso, uno de los primeros priístas que fue llamado a trabajar en la campaña de Ernesto Zedillo Ponce de León, a la muerte de Luis Donaldo Colosio, como secretario de Organización en el PRI.
Sin embargo, apenas renunció al Revolucionario Institucional y a la militancia política que le dio posición y fuero, Dante Delgado fue detenido por las mismas acusaciones que lo persiguieron durante los años de su encumbramiento económico y político: enriquecimiento inexplicable, tráfico de influencias, peculado y corrupción.
Acusaciones todas ellas desdeñadas durante años, por provenir de políticos y partidos de oposición, pero que ahora resurgen con algo que les faltaba para que se hicieran efectivas: el sello oficial.
Secretario de Organización en el PRI hace apenas dos años, Dante Delgado parecía llamado a ser uno de los colaboradores más cercanos que tendría el presidente Ernesto Zedillo en su sexenio.
Empero, su estrella política comenzó a declinar --según él propio Delgado lo cuenta--, a raíz de un diferendo que tuvo hace algunos meses con el presidente de la República, Ernesto Zedillo, con quien --afirma-- tuvo discrepancias sobre la estrategia a seguir para encarar el problema social del conflicto en Chiapas, entidad en la que desempeñó su último cargo en la administración pública federal.
Diferendo político que --sostiene Dante--, lo llevó a renunciar al PRI hace algunas semanas y a iniciar la formación de un nuevo partido político con la intención de competir en los comicios federales de 1997.
En sus proyectos de renovación, Dante Delgado pareció olvidar su historia como priísta. La que lo llevó de dirigente juvenil durante el gobierno de Luis Echeverría Alvarez a subsecretario de Gobierno con el mandatario estatal Agustín Acosta Lagunes, cuando en la Secretaría de Gobierno estaba al frente Ignacio Morales Lechuga.
En 1985 Dante fue candidato a diputado federal y ya en la Cámara, el fallecido Alberto Mañueco lo acercó al grupo de Adolfo Lugo Verduzco, quien a su llegada a la dirección nacional del PRI colocó a Dante como presidente de ese organismo político en Veracruz.
En esta posición recibió a Fernando Gutiérrez Barrios y le coordinó su campaña a la gubernatura en 1986. Dos años después, cuando Gutiérrez Barrios fue llamado por Carlos Salinas a la Secretaría de Gobernación, Dante se convirtió en gobernador sustituto de Veracruz.
A partir de entonces, el poder político y económico de Dante Delgado Rannauro crecieron como la espuma, pero también la fama de ser un político que utilizó el cargo para enriquecerse.
Famosos fueron los casos de corrupción denunciados por los partidos de oposición cuando Dante Delgado gobernó Veracruz: entre los más destacados está el haber hecho proveedoras casi exclusivas del gobierno a las empresas cementeras de su propiedad y de sus familiares, las cuales, se indica, se beneficiaron prácticamente de toda la obra pública.
Pero cuando se habla de obra pública en Veracruz con Dante, no puede dejar de señalarse cómo se fueron abajo cuatro puentes por vicios en su construcción. Uno de ellos, el de La Antigua, se cayó al río el mismo día de su inauguración con todo y funcionarios presentes.
Famosos fueron también los debates que cada año se dieron en el Congreso de Veracruz sobre los estados de la Cuenta Pública y los desvíos, anomalías e irregularidades denunciadas por la oposición sin que pasara nada.
Y parecía que así seguirían las cosas, hasta que Dante se distanció del Presidente, se salió del PRI, intentó fundar otro partido y se proclamó luchador por la democracia.
Hoy, Dante duerme en la cárcel, a la espera de hacer efectiva, quizá, la amenaza que lanzara el viernes 29 de noviembre pasado, cuando dijo que si se utilizaban las ``viejas prácticas del sistema autoritario'' para intimidarlo, se encontrarían con una persona ``dispuesta a todo y a confrontar a todos'' (La Jornada, 18 de diciembre de 1996)
Sin embargo, apenas renunció al Revolucionario Institucional y a la militancia política que le dio posición y fuero, Dante Delgado fue detenido por las mismas acusaciones que lo persiguieron durante los años de su encumbramiento económico y político: enriquecimiento inexplicable, tráfico de influencias, peculado y corrupción.
Acusaciones todas ellas desdeñadas durante años, por provenir de políticos y partidos de oposición, pero que ahora resurgen con algo que les faltaba para que se hicieran efectivas: el sello oficial.
Secretario de Organización en el PRI hace apenas dos años, Dante Delgado parecía llamado a ser uno de los colaboradores más cercanos que tendría el presidente Ernesto Zedillo en su sexenio.
Empero, su estrella política comenzó a declinar --según él propio Delgado lo cuenta--, a raíz de un diferendo que tuvo hace algunos meses con el presidente de la República, Ernesto Zedillo, con quien --afirma-- tuvo discrepancias sobre la estrategia a seguir para encarar el problema social del conflicto en Chiapas, entidad en la que desempeñó su último cargo en la administración pública federal.
Diferendo político que --sostiene Dante--, lo llevó a renunciar al PRI hace algunas semanas y a iniciar la formación de un nuevo partido político con la intención de competir en los comicios federales de 1997.
En sus proyectos de renovación, Dante Delgado pareció olvidar su historia como priísta. La que lo llevó de dirigente juvenil durante el gobierno de Luis Echeverría Alvarez a subsecretario de Gobierno con el mandatario estatal Agustín Acosta Lagunes, cuando en la Secretaría de Gobierno estaba al frente Ignacio Morales Lechuga.
En 1985 Dante fue candidato a diputado federal y ya en la Cámara, el fallecido Alberto Mañueco lo acercó al grupo de Adolfo Lugo Verduzco, quien a su llegada a la dirección nacional del PRI colocó a Dante como presidente de ese organismo político en Veracruz.
En esta posición recibió a Fernando Gutiérrez Barrios y le coordinó su campaña a la gubernatura en 1986. Dos años después, cuando Gutiérrez Barrios fue llamado por Carlos Salinas a la Secretaría de Gobernación, Dante se convirtió en gobernador sustituto de Veracruz.
A partir de entonces, el poder político y económico de Dante Delgado Rannauro crecieron como la espuma, pero también la fama de ser un político que utilizó el cargo para enriquecerse.
Famosos fueron los casos de corrupción denunciados por los partidos de oposición cuando Dante Delgado gobernó Veracruz: entre los más destacados está el haber hecho proveedoras casi exclusivas del gobierno a las empresas cementeras de su propiedad y de sus familiares, las cuales, se indica, se beneficiaron prácticamente de toda la obra pública.
Pero cuando se habla de obra pública en Veracruz con Dante, no puede dejar de señalarse cómo se fueron abajo cuatro puentes por vicios en su construcción. Uno de ellos, el de La Antigua, se cayó al río el mismo día de su inauguración con todo y funcionarios presentes.
Famosos fueron también los debates que cada año se dieron en el Congreso de Veracruz sobre los estados de la Cuenta Pública y los desvíos, anomalías e irregularidades denunciadas por la oposición sin que pasara nada.
Y parecía que así seguirían las cosas, hasta que Dante se distanció del Presidente, se salió del PRI, intentó fundar otro partido y se proclamó luchador por la democracia.
Hoy, Dante duerme en la cárcel, a la espera de hacer efectiva, quizá, la amenaza que lanzara el viernes 29 de noviembre pasado, cuando dijo que si se utilizaban las ``viejas prácticas del sistema autoritario'' para intimidarlo, se encontrarían con una persona ``dispuesta a todo y a confrontar a todos'' (La Jornada, 18 de diciembre de 1996)