Con tal de preservar su estatus de región más repelente a la inseguridad, las autoridades yucatecas decidieron armarse con granadas que son un poquito más peligrosas que sus legendarias bombas. Esto ha generado una ola insana de críticas y señalamientos por parte de quienes persisten en la idílica idea de que se puede combatir al crimen organizado con un armamento de plástico como el que se ha decidido combatir esa incansable heroína que es la senadora panista Carmen Segura, quien fuera confundida por los tepiteños con la maestra Gordillo (bueno, no se sabe aún a quién le hicieron más daño con sus confusiones) mientras se esforzaba porque en plena época decembrina los niños no pudieran jugar a narcos y policías maiceados.
Ah, estas blanquiazules deberían tomar un curso contra ingenuidad. La Segura está como Gaby Cuevas, jefaza de jefazas en la delegación Miguel Hidalgo en el DF, una valquiria very nice quien, inocentemente, cree que su enemigo número uno es Marcelo Ebrard, al que desconoce como si fuera la comandante Ramona de la metrosexualidá panista. No, mi reina, tus verdaderos contrincantes son los habitantes de la comarca que atinadamente regenteas como si fueras Toña Machetes. Los colonos de Las Lomas, que son tan aguerridos como los de Los 400 Pueblos pero con ropa de diseñador e inversiones en Wall Street, la van a hacer sentir como al Pelado Díaz a su retorno a México luego de que su equipo, el América, fue echado a patadas de la Copa Libertadores. Si pudieron echar para atrás la megatorre ebrardiana, es muy probable que agarren a zapatazos al seudoproyecto vial de miss Cuevas que tanto repudian.
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