Iván Restrepo
Los recientes asesinatos pusieron otra vez a Cancún en la mira de la opinión pública. Además de violencia e inseguridad, la ciudad que alberga casi un millón de habitantes registra altos niveles de marginalidad, distanciamiento extremo entre la lujosa zona hotelera y donde viven los pobres que trabajan en ella; escandalosas muestras de corrupción oficial y privada (el anterior presidente municipal es un buen ejemplo), baja calidad de vida, elevado alcoholismo y drogadicción.
El polo turístico que las autoridades promueven como de excelencia, es campeón nacional en suicidios, especialmente de gente humilde. Oficialmente al fin se reconoce que Cancún creció más allá de sus posibilidades y se encuentra sobresaturado; que se construyeron 70 por ciento más cuartos de los autorizados; que descendió en la lista internacional de sitios turísticos de calidad.
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