Manuel Camacho Solís
Conforme avanzan la crisis económica y el calendario electoral de 2009, se perfilan dos escenarios políticos: que vayamos a una elección de más de lo mismo; o que la crisis modifique el escenario inercial.
Lo más probable es que vayamos a una elección inercial. Que las tensiones mayores se den en el segundo semestre. A eso apuesta el PAN: a sobrevivir. A eso apuesta el PRI: a tener una mejoría que le permita generar expectativas positivas para mantener intacta su coalición de intereses, sin aspirar realmente a gobernar la crisis. A eso parece apostar la izquierda a partir de sus divisiones: a que sobrevivan los partidos y el movimiento.
Sin embargo, ya empieza a configurarse un escenario diferente. Crece la posibilidad de que 2009 pueda ser otra cosa. En el excelente reportaje que publicó Elisabeth Malkin, en The New York Times, donde vincula el declive de la economía mexicana con la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador resurja, cita a Federico Estévez, del ITAM, quien con agudeza sostiene que “México es un país fundamentalmente conservador”, pero que “en 2009 las cartas son diferentes”. “Pienso que ellos (la izquierda) se están guardando una carta no prevista o que tienen un par de ases”. Considera que para ello es indispensable el reagrupamiento de la izquierda en torno a la agenda económica antes de las elecciones de 2009. Tiene razón.
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