La secretaria de Estado Hillary Clinton desplegó ayer en su visita a nuestro país un discurso amable y hasta cálido –llegó a decir que Estados Unidos y México son "parte de la misma familia" y que "fracasamos y avanzamos juntos"–, en el que abundaron los reconocimientos autocríticos sobre las responsabilidades estadunidenses incumplidas en materia de combate a la delincuencia, las manifestaciones de confianza en la capacidad del gobierno mexicano para enfrentarla, las promesas de ayuda policial y de inteligencia, y los horizontes auspiciosos, como una reforma migratoria que es –dijo– prioritaria para el gobierno de Barack Obama. En este tenor, la funcionaria minimizó señalamientos formulados recientemente en los ámbitos políticos de su país en el sentido de que las autoridades del nuestro han perdido el control de diversas zonas del territorio nacional.
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