jueves, 26 de marzo de 2009

La ausente

Rosario Ibarra

En mi mesa de trabajo se van apilando día a día cartas y solicitudes que deslían dolor, angustia, desesperación... Llegan de todo el país con su carga de tristeza, porque las dicta alguna injusticia sufrida por quienes las escriben... Asesinatos, desapariciones, tortura, encarcelamientos, persecución, violaciones, amenazas, que siembran miedo y zozobra en sus hogares.

Cuanto dicen me llega hasta lo más profundo del alma porque lo he vivido y lo he visto en muchos hogares durante más de seis lustros; porque he vivido más de 30 años con el dolor y la rabia trenzados en medio del pecho y con los ojos cansados de ver la repetición sin fin de desmanes y de tropelías, de atropellos y de burla. Como nuevos jinetes del Apocalipsis, cabalgan por este pobre suelo que llamamos patria la corrupción, la impunidad y la simulación, y a su paso van arrancando al pueblo pobre un coro de alaridos de dolor y de impotencia.
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