Rolando Cordera Campos
No sabemos hasta dónde va a llegar esto. Sí sabemos que el declive en la producción y el empleo se afirma como tendencia dominante, mientras que el sistema financiero internacional no da señales claras de poder asimilar los rescates para ponerse a funcionar de nuevo. De aquí que ya no sea catastrofismo hablar de una recesión prolongada o de una situación depresiva en la que una variable negativa infecta a otra hasta llegar a una caída libre de conjunto del sistema económico.
El espectro de la Gran Depresión que llevó al mundo a los peores extremos imaginables (fascismo y nazismo; dictaduras variopintas; decaimiento social y destrucción de capacidades productivas; totalitarismo disfrazado de alternativa al capitalismo con Stalin; la guerra) se vuelve hoy un jinete solitario que reúne todas las variantes apocalípticas: desarticulación económica, postración social en gran escala, hambre, deterioro acelerado del resto de la naturaleza. Y así, hasta llegar al País de las Maravillas, como solía llamarlo Armando Labra, donde nada o casi nada pasa… tal vez porque ya pasó.
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