Guillermo Almeyra
Para que la crisis la paguen quienes la provocaron y no –como siempre– las víctimas del sistema, es necesario que los trabajadores, los pobres, los oprimidos, tengan su propia organización para poder responder con sus exigencias a esa crisis económica capitalista y a la crisis política y moral que enfrenta el país. Es decir, es necesario que tengan una organización que responda a todas las corrientes empeñadas en la resistencia social, sin sectarismo alguno, y que sea capaz de unirlas en un sólido frente único, con plena autonomía del gobierno, de la Iglesia y de los partidos integrados en el Estado opresor.
Es necesario, así, construir un programa común basado en la solidaridad, la lucha contra las suspensiones, los despidos, los cierres de empresas, el encarecimiento de la vida, contra la corrupción y por la defensa de la soberanía nacional y de los recursos naturales como bien común, organizando el combate por la restructuración de la economía y del territorio en función de las necesidades de la población y de la defensa del ambiente. La iniciativa debe surgir de la unión de las tendencias sindicales democráticas con nuevas organizaciones campesinas, indígenas y populares, y debe tener como base la acción.
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