Lydia Cacho
Plan B
09 de abril de 2009
. En la actualidad hacemos todo lo contrario. Las visitas de hospital se convierten en un rosario de historias dramáticas y desagradables sobre fallas médicas o enfermedades Platicaba con un periodista inglés sobre la grave situación de violencia en México, y al final le conté un par de chistes. Me miró sorprendido, luego recordó que conoce mexicanos que tienen un sentido del humor cáustico, y me preguntó si esa es una característica de las y los mexicanos.
Le respondí que en México nos reímos de la muerte, de la vida, de los malos y de los corruptos. Yo, cuando estoy estresada, me río de mí misma y busco amistades que me ayudan a gozar las pequeñas cosas de la vida. He descubierto, ya hablando en serio, que luego de un rato de reírme, de ver películas cómicas o de estar con amistades que saben divertirse, me siento mucho mejor; duermo más plácidamente y logro relajarme para hacer mi trabajo con mucha mayor claridad.
Creo que subestimamos el poder del la alegría y de la risa. Ya desde el siglo XIV el cirujano francés Henri de Mondevile recetaba a sus pacientes recién operados que se rodearan de familiares o amigos que les contaran historias alegres y les hicieran reírfamiliares.
Leer Nota AQUI