lunes, 4 de mayo de 2009

Exportando drogas, violencia y ¡una epidemia!

Dinero
  • La llamada de la Casa Blanca
  • La visión de Slim se quedó corta

Enrique Galván Ochoa

¿En qué trascendentales asuntos ocupaba sus pensamientos Felipe Calderón aquel 11 de abril? Fue cuando la Organización Mundial de la Salud, mediante Michael Ryan, director de la división para la Alerta y Respuesta Global, avisó a su gobierno de casos inusuales de neumonía reportados en México. No sólo fue desatendida la llamada, sino que negaron lo que estaba sucediendo. La semana del 6 al 11 de abril Calderón tenía las manos ocupadas en asuntos de enorme trascendencia no sólo internacional sino interplanetaria: acababa de decapitar a Josefina Vázquez Mota para entregarle por completo la Secretaría de Educación a la miss Gordillo y había designado al sustituto, Alonso Lujambio, a quien marcó la línea que debería seguir: "flojito y cooperando". En otro plano, traía una espinita que no se había podido sacar: "¿Qué me habrá querido decir Obama con eso de que me parezco a Elliot Ness?" El Intocable tuvo un triste final, perdido en el alcoholismo. Tendría oportunidad de medir el agua a los camotes. Sería su huésped la siguiente semana y tenía todo preparado y blindado contra fallas. Nunca imaginó que un miembro de la comitiva estadunidense pescaría la influenza y la llevaría a Washington, hazaña que ni Bin Laden ha logrado.
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