Una vez que se desató la crisis financiera en septiembre de 2008 surgieron distintas interpretaciones sobre su gestación y hasta de su inevitabilidad. Mientras estaba en proceso, la probabilidad de que sobreviniera no se consideraba entre los principales participantes: gobiernos, bancos, hipotecarias, inversionistas y deudores. Quienes apuntaban en esa dirección estaban muy al margen.
Lo improbable ocurrió. Apareció el cisne negro, un evento visto como altamente improbable y una especie de lo que en estadística se conoce como outlier (casos u observaciones atípicas), ambos términos se han puesto de moda.
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