A FINALES DE 2006, la Comisión Federal de Competencia dio a conocer que las administradoras privadas de fondos de pensión que operan en México cobran comisiones tan altas que han provocado que el rendimiento neto del ahorro para el retiro de los trabajadores haya sido "prácticamente nulo" de 1997 a la fecha en la que se dio a conocer la investigación.
Pese a que dicha información fue pública y sumamente criticada, a principios de este inseguro 2008, las Afores –encargadas de administrar los ahorros pensionarios— incrementaron sus comisiones sobre saldos.
El trabajador mantiene un estado de indefensión total frente a las Afores que administran su dinero para el retiro laboral. Esas empresas adoptan unilateralmente las decisiones y además no informan con regularidad a los afiliados (muchos de ellos de manera forzada), de los movimientos sobre el ahorro.
¿Por qué sucede así? Pues, porque no hay un contrato de intermediación bursátil que le permita al ahorrador estar o no de acuerdo en los instrumentos en que se va a invertir el dinero acumulado a través de los años de trabajo. Esta decisión se les deja a las Afores. Son libres de hacer lo que quieran. Sus decisiones son unilaterales.
Ello implica un riesgo, porque nunca se sabe cuándo va a "tronar" una Afore. Y por supuesto, los administradores no perderían. Lo que se esfumaría sería el ahorro de los trabajadores.
Y ante todo ello, ¿qué hace la Consar, organismo público encargado de vigilar el buen funcionamiento de las Afores? Pues prácticamente nada, en el mejor de los casos. En el peor, es cómplice de este otro saqueo a quienes alquilan su fuerza laboral.
La Consar debería fungir como abogado defensor de oficio de los trabajadores con respecto a las Afores, pero en realidad no está cumpliendo con ese cometido desde el momento mismo en que a los suscriptores sólo se les envían informes esporádicos de su estado de cuenta, pero en los que no se les dice en qué instrumentos financieros están sus ahorros.
Y si bien, si en esos estados de cuenta se incluye la información sobre la tasa de rendimientos y se hace un comparativo de cuánto paga una Afore y cuánto paga otra, aquí lo cuestionable es que no se le da a conocer en qué se está invirtiendo.
De esa manera el trabajador ignora si el instrumento que utiliza su Afore es o no una buena inversión; incluso desconoce si su dinero se está colocando en inversiones especulativas –de hecho, parte de ese, ya que eso también podría ocurrir.
Cuando un trabajador acude a la Afore para preguntar en qué se está invirtiendo su ahorro, siempre le responden a valores entendidos, pero nunca le muestran los prospectos de colocación ni qué composición de cartera tiene cada sociedad de inversión. El argumento es que el trabajador no entendería.
Y mientras son peras o manzanas, las Afores reportan pérdidas. No en sus comisiones, que se mantienen al alza. Sí en los ahorros de quienes en el futuro recibirán como pensión un "lo siento, sus ahorros ya no existen".
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