Alvaro Cepeda Neri
Conjeturas
Amortiguada por las intervenciones gubernamentales (que comúnmente se conoce como intervención del Estado) la crisis financiera estadounidense y sus contagios globalizadores, al grado de que incluso ha llegado a Rusia y China.
Economías conectadas por los flujos monetarios y que todas, mundialmente, siguen aferradas al dólar como divisa para el intercambio comercial y para presumir reservas (moneda que la delincuencia de las drogas utiliza para sus transacciones en el mercado nacional e internacional) esa crisis, pues, se ha presentado como una recesión que significa una reducción del crecimiento económico.
Esto se traduce en desempleo, reducción del consumo familiar, quiebra de empresas y cierre de algunas o paros escalonados para reducir la producción.
Allá es una recesión y la economía estadounidense, hasta ahora, desde el crack de 1929 (y pese a todos los pronósticos de su final desde las trincheras, ya abandonadas, del marxismo) ha podido resistir con la ayuda teórica, primero, del keynesianismo y después con las ideas llevadas a la práctica del monetarismo (de Keynes a Milton Friedman).
Estados Unidos siempre ha tenido (en la producción para las guerras, desde las dos mundiales hasta las de baja intensidad, como las de Irak, Afganistán y casi todo el Medio Oriente) otra salida. Ahora mismo esas intervenciones militares han generado un gasto enorme que, sumadas, al mal tino de Bush para dirigir políticamente a ese país, generó que la economía estadounidense, atrapada, además, en un proceso electoral presidencial, se sumerja en una crisis que exporta depresiones.
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