11 Marzo 2009
Actualizado: 11:25 PM hora de Cd. Juárez
Luis Javier Valero
Médico
No sabemos el precio que pagaremos como sociedad por la incorporación masiva de las fuerzas militares en el combate al narco. No sólo en Chihuahua, sino a nivel nacional, pero las consecuencias se apreciarán –y las sufriremos, por desgracia– mayormente en el Estado Grande.
Chihuahua es hoy campo de batalla. Cuando eso sucede son las instituciones democráticas quienes más lo resienten. La llegada milenaria de efectivos del ejército al antiguo Paso del Norte es una aplastante derrota de la clase política; que mandos militares lleguen a la 4ª-5ª ciudad más poblada del país y sean ellos quienes asuman el control de las corporaciones policiacas, haciendo a un lado todo el bagaje democrático construido a lo largo de más de siglo y medio, es el reconocimiento de que todo –y todos– lo hicieron mal en la conducción de la sociedad juarense, y la chihuahuense por extensión.
¿Por qué no vimos el huevo de la serpiente cuando llegó a nuestras tierras?
Hoy nos desgarramos las vestiduras ante las desoladoras declaraciones realizadas por varios de los responsables del gobierno norteamericano del combate al narcotráfico.
Según el subsecretario de Estado adjunto de los Estados Unidos, David Johnson, unas 150 mil personas en México están directamente vinculadas con el tráfico de estupefacientes y otras 300 mil más cultivan mariguana y otras drogas. Además, el director nacional de Inteligencia, Denis Blair, aseguró que el gobierno de Calderón es incapaz de controlar parte del país y que los ingresos del crimen organizado en México, durante 2007, oscilaron entre 13 mil y 25 mil millones de dólares.