Manuel Bartlett Diaz
Adentrándonos en una de las más graves crisis que nos haya afectado, en medio de una catástrofe que avanza, arranca el proceso para la renovación de la Cámara de Diputados y de diversos poderes locales, elecciones que parecen desenvolverse en otro país y en otro tiempo. Nada hace el gobierno en profundidad, nada aportan las dirigencias de los partidos. Flotan en un amigable “consenso civilizado”.
La cúpula priísta acude a Los Pinos y suscribe un "pacto de no agresión”. Beatriz Paredes apoya a Calderón en su lucha, “acertada o no”, contra el crimen organizado, no sacará raja, como si no contara; enuncia una nueva vía para el desarrollo, la revisión de la política económica y menciona la magna crisis del gobierno neoliberal sin definir nada. Oposición sui géneris, no toca al gobierno de Calderón, o cogobierno, ni expresa autocrítica alguna por su colaboración en las cámaras a las políticas neoliberales. Debates sí, mascaradas no —afirma—, y no hay debate y sí mascaradas con el inefable Germán Martínez. Ha roto el Presidente con el pacto, claman algunos, pero nadie ha roto con los intereses neoliberales. ¿Ese es el pacto? La “izquierda” parlamentaria, la que avaló la desnacionalización del petróleo y recibió del justiciero Tribunal Electoral, el control del PRD, ya está en la televisión, con monísimos spots, que exudan decencia, pero igualmente nada integral y la catástrofe avanza.
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