lunes, 16 de marzo de 2009

Una de cal

Jacobo Zabludovsky

Fiel a su espejo diario el presidente Felipe Calderón no se indignó porque la fortuna de El Chapo Guzmán se haya multiplicado en estos dos años de su gobierno, ni por las causas de ello, sino por la publicación del Forbes. Reaccionó al periodicazo. Consúltese el Bucareli pasado donde se examina este fenómeno. Lo importante no es el disparo, es el eco. Y sin embargo tiene razón, al menos en parte.

Fue una semana de sangre y pólvora. El San Valentín de Chicago multiplicado y diverso se vació sobre México a todas horas, a la luz del sol y la luna, con características adecuadas al tiempo y al lugar: aquí los gangsters se llaman narcos; en vez de Capones o Lucianos son Suárez, Osorios, Pérez y antes de matarse entre ellos asesinan albañiles, niños, enfermeras. La piadosa costumbre de cubrir de flores las tumbas de sus víctimas adopta en México una modalidad llena de ternura: se envían a los deudos las cabezas (cinco en la entrega del martes cerca de Ixtlahuacán del Río, Jalisco) en heladeras nuevas y portátiles envueltas para regalo.
Leer Nota AQUI