Las hordas de springbreakers regresaron este año de Cancún con un souvenir invisible, pero siniestro.
La influenza porcina mexicana, quimera genética probablemente concebida en las cloacas de algún chiquero industrial, de pronto amenaza con dar una fiebre al mundo entero. Los brotes iniciales en toda Norteamérica revelan una infección que ya se propaga a mayor velocidad que la más reciente cepa pandémica oficial, la influenza de Hong Kong de 1968.
Robando reflectores al asesino oficialmente designado, el H5N1 –que por lo demás muta con vigor–, este virus porcino es una amenaza de magnitud desconocida. Sin duda parece mucho más letal que el SARS en 2003, pero, siendo influenza, puede resultar más duradero que éste y menos proclive a volver a su cueva secreta.
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