El temor a los efectos devastadores de epidemias ha estado presente a lo largo de toda la historia de la humanidad. Desde tiempos inmemoriales hemos sido azotados por epidemias que causaron catástrofes demográficas; desde la prehistoria han abundado explicaciones extravagantes, llenas de mitos, sólo hacia mediados del siglo XIX comenzó a aclararse la etiología de las enfermedades infecciosas, es decir, el conocimiento del papel patogénico de los microorganismos, y el descubrimiento de la coevolución del ser humano con los agentes patógenos.
La información sobre las epidemias en el mundo antiguo y en la Edad Media es poco clara, tanto en lo referente a la población de las áreas afectadas por las plagas, como respecto al número de víctimas.
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