La caída del peso en un solo día de reconocimiento oficial de la epidemia echó por la borda los más de 22 mil millones de dólares invertidos por las autoridades desde octubre pasado para apuntalar al peso. Eso demuestra lo fútil de usar deuda externa para evitar que el mercado ajuste el peso según sus propias percepciones. Tratar de influir en esas percepciones con cuantiosos volúmenes de dinero prestado siempre acabará mal.
Desde luego, en el corto plazo es posible e incluso factible que con grandes créditos, tanto de la Reserva Federal estadounidense (Fed) como del Fondo Monetario Internacional (FMI) por 30 mil y 47 mil millones de dólares respectivamente, el peso pueda transitoriamente —por ejemplo, antes de las elecciones de julio— ubicarse entre 12 y 13 unidades por dólar. Pero sería un dólar subsidiado con deuda pública.
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