Hay quienes, en materia electoral, confunden la gimnasia con la magnesia, como por ejemplo al decir que las elecciones no se basan en la igualdad sino en su contrario, es decir que tendrá más probabilidades de triunfo el que tenga más dinero que el que carezca de éste. La igualdad, y lo digo con pena ante la tumba de Perogrullo, no existe; es una aspiración de los sistemas socialistas, que tampoco existen. Los sistemas electorales no son sólo compatibles con el capitalismo y con las desigualdades que éste suele producir en la sociedad, sino con cualquier sistema social. Desde luego, si la sociedad es desigual también lo serán los partidos, y sus dirigentes y afiliados. Pero aun así, los partidos socialistas, cuando existen en los países capitalistas, deberán participar no sólo porque los procesos electorales les brindan tribunas para su discurso, sino porque los puestos de representación les brindan la oportunidad de dirigirse a la nación y dar a conocer sus planteamientos. Así ha ocurrido en el pasado y no sólo en México, e incluso personas ajenas al Congreso han tenido oportunidad de expresarse ante él, como fue el caso de la comandanta Esther del EZLN el 28 de marzo de 2001.
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