jueves, 28 de mayo de 2009

La dependencia ha llevado al país para abajo en desarrollo

  • Abandonar el nacionalismo y dejar al país sin nada, un crimen
  • El historiador y autor del libro Las raíces del nacionalismo petrolero en México explica la lucha que se da entre los nacionalistas y los privatizadores. Por desgracia, advierte, son estos últimos los que tienen el poder y confían en el desgaste de sus adversarios para dar el golpe a Pemex
La clase política mexicana y la elite del poder echaron por la borda el nacionalismo. Prometieron, pero no cumplieron, un país moderno, globalizado, integrado al mercado mundial. La pregunta que se hace el historiador Lorenzo Meyer es si, tres lustros después de que un nuevo modelo de desarrollo fue impuesto, México va mejor.

"Lo que ganamos es dependencia. Irnos para abajo en el desarrollo", plantea Meyer, profesor e investigador en El Colegio de México. Decisiones políticas, tomadas desde inicios de la década pasada, unieron a México con Estados Unidos, al menos en el plano económico. “Para nosotros, cada año que pasa sin crecimiento apropiado (6, 7 por ciento anual) lo hemos perdido. Y nos dicen: ‘espérense, ya para el 2014 o 2015 la cosa habrá cambiado. ¿Ese es el proyecto nacional? Pues qué pobre proyecto’”.
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