Hoy hace tres años, un operativo realizado en Texcoco, estado de México, para desalojar a un grupo de floricultores apoyados por el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, derivó en uno de los más vergonzosos episodios de represión y abuso de la violencia por parte del Estado de cuantos se registran en la historia reciente de nuestro país. A la madrugada siguiente, 4 de mayo de 2006, la brutalidad policiaca se abatió sobre los habitantes de San Salvador Atenco: más de tres mil miembros de las fuerzas de seguridad estatal y federal irrumpieron en esa localidad, apalearon salvajemente a decenas de pobladores –hombres y mujeres–, ingresaron ilegalmente a domicilios particulares y los saquearon, destrozaron cuanto encontraron a su paso y detuvieron de manera por demás arbitraria a decenas de personas. En los días posteriores, organismos de defensa de los derechos humanos, activistas sociales y pobladores de Atenco documentaron y denunciaron cientos de atropellos cometidos por las autoridades policiacas: golpizas, allanamientos, violaciones y otros abusos sexuales, incomunicaciones carcelarias, fabricación de delitos, tortura física y sicológica, y un posible homicidio
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