MÉXICO, DF, 7 de julio (apro).- El sexenio de Felipe Calderón ha vivido dos momentos trágicos: el avionazo del 4 de noviembre de 2008, en el que perdió la vida Juan Camilo Mouriño, alter ego, operador y sucesor adelantado del presidente, y los comicios del pasado 5 de julio que significaron el derrumbe de una estrategia para convertir las elecciones federales en un referéndum indirecto al calderonismo.
En la derrota de este domingo, quedó sembrada ya la semilla de la sucesión adelantada y la pérdida acelerada de una pretensión legitimadora para quien ya difícilmente remontará el déficit de 2006.
Las elecciones federales fueron otro largo final del calderonismo y el inicio de la segunda etapa de un gobierno panista que se verá obligado a pactar con los múltiples jefes de la victoria priista, con las figuras emergentes dentro de su partido y los liderazgos reales del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
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En la derrota de este domingo, quedó sembrada ya la semilla de la sucesión adelantada y la pérdida acelerada de una pretensión legitimadora para quien ya difícilmente remontará el déficit de 2006.
Las elecciones federales fueron otro largo final del calderonismo y el inicio de la segunda etapa de un gobierno panista que se verá obligado a pactar con los múltiples jefes de la victoria priista, con las figuras emergentes dentro de su partido y los liderazgos reales del Partido de la Revolución Democrática (PRD).