Sergio AGUAYO QUEZADA
Si evaluamos las elecciones con normas éticas, en extremos opuestos están el Verde Ecologista y el movimiento en favor de la anulación, inconforme con la corrupción política.
La forma más convencional de analizar unos comicios es viéndolos como un concurso de belleza o una carrera de coches: lo que importa es quedar en primer lugar y recibir los premios. Una forma alternativa, menos utilizada, es revisar la forma en la que se obtiene el triunfo. Con este último criterio reviso la elección del domingo.
El PRI y el Verde Ecologista son ganadores indiscutibles; juntos alcanzarán la mayoría en la Cámara de Diputados y podrían condenar a Felipe Calderón a mil días de soledad, frustraciones e impotencia. Al PRI pueden criticársele los modos en los que triunfa, pero es imposible negarle sus bases sociales. Por los motivos que se quiera, existe un México priísta.
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La forma más convencional de analizar unos comicios es viéndolos como un concurso de belleza o una carrera de coches: lo que importa es quedar en primer lugar y recibir los premios. Una forma alternativa, menos utilizada, es revisar la forma en la que se obtiene el triunfo. Con este último criterio reviso la elección del domingo.
El PRI y el Verde Ecologista son ganadores indiscutibles; juntos alcanzarán la mayoría en la Cámara de Diputados y podrían condenar a Felipe Calderón a mil días de soledad, frustraciones e impotencia. Al PRI pueden criticársele los modos en los que triunfa, pero es imposible negarle sus bases sociales. Por los motivos que se quiera, existe un México priísta.