No tengo recuerdo claro de cuándo escuché por primera vez la frase “Guardemos un minuto de silencio”. Se pierde en los lejanos laberintos de mi memoria párvula, llena de remembranzas gozosas. Al pasar los años, fui escuchándola sin comprender el porqué de la cortedad del tiempo en nuestro pensamiento, dedicado a la partida definitiva de algún amigo, de un ser querido o de algún ciudadano merecedor de admiración y respeto.
Hoy se sigue repitiendo como antaño y cuando me toca compartir esos 60 segundos, me parecen tan poca cosa para menguar el dolor de quienes sufren o sufrimos la ausencia de quien se va para siempre... pero hay costumbres que el tiempo no borra, y seguimos callando muchas veces en recuerdo efímero por quienes amamos, estimamos o respetamos.
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Hoy se sigue repitiendo como antaño y cuando me toca compartir esos 60 segundos, me parecen tan poca cosa para menguar el dolor de quienes sufren o sufrimos la ausencia de quien se va para siempre... pero hay costumbres que el tiempo no borra, y seguimos callando muchas veces en recuerdo efímero por quienes amamos, estimamos o respetamos.