El presidente Calderón llegó menguado a su tercer Informe. Electoralmente derrotado, en shock económico, finanzas quebradas, deprimido, desarmado. Pero estaban las televisoras para rescatarlo, no hay más verdad que la que fabrican. Manos a la obra: campaña previa, spots, mensajes personales hasta la náusea. Set televisivo en Palacio Nacional imitando al Congreso, telepronter, aplausos inducidos, oratoria grandilocuente. Después, más spots, maratón de entrevistas ya cansinas, talk show en remate lastimoso. Recuperó el escenario, no la nación.
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