Editorial
Ayer, durante su intervención en el Foro Económico Mundial que se realiza en Davos, Suiza, el ex presidente Ernesto Zedillo afirmó que “el rescate del sistema bancario de México (…) supuso el 20 por ciento del producto interno bruto, que es mucho más –en términos proporcionales– del costo calculado para el paquete financiero de Estados Unidos”, y calificó de “erráticas e inconsistentes” las medidas de intervención gubernamental que se han seguido hasta ahora.
La declaración de Zedillo, más que una crítica hacia las acciones de salvamento que los gobiernos de todo el mundo están poniendo en práctica ante la presente crisis financiera mundial, parece una confesión de culpa con respecto a las faltas cometidas por su administración. En efecto, resulta difícil imaginar una intervención estatal más “errática e inconsistente” que la que él mismo protagonizó cuando era presidente, al alentar y ejecutar el llamado “rescate bancario”, el mayor atraco a las arcas públicas de que se tenga memoria, respaldado y legalizado en el último tramo del sexenio zedillista por los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional, y que el pueblo de México sigue pagando hasta la fecha.
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