MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA,
Si alguna vez tuvo sentido, la fórmula convencional para desear "¡feliz y próspero año nuevo" lo ha perdido por completo en esta oportunidad, porque raras veces fueron tan claros los signos de que para la mayor parte de las personas el ciclo que se inicia no vendrá acompañado de los elementos que hacen felices a las personas y les proveen bienestar creciente. Si bien nos va, tendrán que vivir con modestia los que podían hacerlo con cierta holgura, y se volverán menesterosos quienes mal que bien colmaban sus necesidades básicas. Claro que seguirá habiendo un millón o dos de personas a los que ninguna crisis afecta porque poseen patrimonios resistentes y suelen ser dueños de habilidades que les permiten obtener provecho de situaciones adversas para la mayoría. Pero casi todas las capas de la sociedad resentirán los crecientes efectos perniciosos de una crisis que no es como las que ha padecido México de modo casi rítmico, cíclico, sino que por su extensión universal genera consecuencias difícilmente eludibles.
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