Manuel Camacho Solís
La crisis mundial está echando por tierra las doctrinas que se habían impuesto como verdades únicas en las últimas décadas. Ni el mercado —por sí— puede resolver los problemas del desarrollo, ni el crecimiento del consumo concentrado en una minoría puede ser su principal motor, ni es posible rediseñar los equilibrios mundiales en base a una política unilateral fundada en la superioridad militar. La solución de la crisis económica y de seguridad reclama de otras visiones. La visión de Gandhi ofrece claridad y rumbo en un momento de desesperanza.
En diciembre asistí, en Nueva Delhi, invitado por Sam Pitroda, a una conferencia sobre los cambios ocurridos en India que reunió a destacados empresarios, académicos, servidores públicos y líderes de opinión. Me llamó mucho la atención que el evento principal fuera sobre la actualidad de Gandhi. Después de escuchar a los conferencistas y contrastar las distintas opiniones ahí vertidas con los problemas álgidos del momento, confirmé que Gandhi sigue siendo, no sólo el principal líder de India, sino que es un líder mundial cuyas ideas y ejemplo tienen vigencia plena.
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