Julio Hernández López
■ Histerias líquidas
■ Coparmex, catastrofista
■ En defensa de Nerón
Resulta grotesco el esfuerzo de la administración felipista por hacerse de un chivo expiatorio de altísimo nivel para intentar la justificación de la crisis de gobierno que frente a la económica están protagonizando tanto el ocupante precarista de Los Pinos como su tragicómico gabinete políticamente enano.
Luego de los ataques porriles de los secretarios Lozano y Cárdenas contra el villano Carlos Slim, el ocupante precarista de Los Pinos habló ayer con aire despechado de la obligación cívica de “apoyar a México” (es decir, a las políticas fallidas del felipismo) que deben practicar todos pero, en especial, “quienes más hemos recibido de esta gran nación” (le faltó agregar: “y quienes tengan de novia a una reina jordana”). Los aires peleoneros del michoacano administrativamente pasajero tienen un tufo de emotividad insatisfecha que resulta preocupante por cuanto revelan el talante que puede asumir un hombre que formalmente tiene los hilos del poder frente a un opinante de talla extragrande y deducir a partir de esas histerias mal tratadas lo que el panista “de mecha corta” puede ordenar o ejecutar contra adversarios sin poderío económico y con acceso limitado y envenenado a los medios de comunicación.
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