Adolfo Sánchez Rebolledo
Confieso que tenía curiosidad por ver cómo tomarían las distintas fuerzas políticas y económicas el enjundioso alegato “antimonopolio” que a nombre del ITAM pronunciara la doctora Denise Dresser en el foro “México ante la crisis. ¿Qué hacer para crecer?”, organizado por el Senado de la República. Pero aunque leí con atención la prensa, fuera de algunos reconocimientos, el tema quedó en el aire a la espera de una buena crítica. Así estaban las cosas, cuando días más tarde, fuera de programa, asistiríamos a una escenificación improvisada del libreto cuasi teatral El gobierno antimonopólico contra el hombre más rico del mundo, un monólogo inusual, desproporcionado, pero absolutamente sintomático de los tiempos que corren.
Resulta que Carlos Slim, invitado por los senadores junto a otros expertos y empresarios de muy diversa orientación, leyó una ponencia que enfrió al gobierno en su ingenua pretensión de mantener a salvo la idea de que “aquí no pasa nada”, y si pasa tampoco pasa nada, pues, como alardean los altos funcionarios, ya se tomaron las medidas pertinentes. Pero si a pesar de todo viene la ola exterior y nos arrastra de todos modos, saldremos fortalecidos, es decir, la afirmación de ese ciego optimismo que niega la realidad para no ofrecer argumentos al “adversario”, en este caso, unos hipotéticos inversionistas a los que nada ni nadie debe espantar con el petate de la crisis mexicana.
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