Ana Lilia Pérez
En 2007, Yolanda Valladares Valle reestructuró la Gerencia Corporativa de Desarrollo Social de Pemex para “controlar”, junto con un reducido grupo de panistas, los millonarios donativos y donaciones asignados a alcaldes y gobernadores, señalan extrabajadores.
En enero de 2007, el piso 14 de la torre ejecutiva de Pemex, ubicada en Marina Nacional, se pintó de blanquiazul. Yolanda Valladares Valle impuso al área, conocida entre el sector energético como “la Sedesol chiquita”, la obligatoriedad de militar en el Partido Acción Nacional (PAN). Lo mismo en su oficina que en las regiones petroleras, Valladares se entrevistó con los coordinadores adscritos a la Gerencia Corporativa de Desarrollo Social (GCDS) para interrogarlos respecto de su militancia política, aseguran excolaboradores.
La respuesta llevaría a la mayoría de estos trabajadores a ser despedidos del cargo que habrían desempeñado hasta por una década. “Si uno respondía que militaba en el Partido de la Revolución Democrática o que simpatizaba con Andrés Manuel López Obrador, prácticamente estaba despedido”, comenta a Contralínea el excoordinador de la Región Norte, Jorge Ruiz Sierra.
Leer Nota AQUI