Jorge Moch
En todo hogar mexicano, sin importar cuántos viven allí, once, dos o cuatro; una sola con su gato pachón, hay una televisión. A lo menos, porque en la mayoría de los hogares hay más: la del cuarto de la tele, la del cuarto de los señores, la de la habitación de la nena, la del cuarto de la abuela, la del cuarto de júnior o la que comparten los mellizos, la del cuarto de servicio y la tele de la cocina. Es cosa común que la sala de la casa, casota, casita, la del depa o del estudio, la del convento, la de juntas, la de espera, la gobierna un aparato de televisión. En una habitación pueden dormir muchos o ninguno, pero invariablemente allí va a haber una televisión.
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