Marcela Gómez Zalce
• 1 de junio…
• La misiva ignorada
Cuando el pueblo se agita, mi estimado, es difícil apreciar por dónde puede venir la calma, aunque tampoco se aprecia por dónde ésta puede irse cuando reina una aparente tranquilidad. Ahora que la humanidad respira más serena porque los jinetes de la tormenta mexicanos le han salvado el pellejo, nada como ir a comer taquitos de puerco y entrar nuevamente al célebre mood de la normalidad ahora que ya entrados en gastos se le está faltando al respeto al travieso virus que paralizó a México y cuyo daño más grave radicará en el tamaño del hoyo negro económico que necesitará algo más que good will federal.
Sobre todo cuando falta ver los divertidos resultados y los costos del sugestivo manejo de la crisis que, evidentemente, my friend, no se suscribe a originales encuestitas telefónicas. Y como dentro de poco tiempo también volverá a la normalidad la guerra sucia electoral encabezada por the team presidencial, sin duda hay asuntos de gran impacto que están en la lista de favoritos.
Y uno de ellos, mi estimado, es el relacionado con los mineros de Gómez Urrutia y Cananea, que se quedó prácticamente engarrotado por la histeria sanitaria, aunque tras las bambalinas sindicales surgieron simpáticas noticias que ayudarán a proyectar el emocionante panorama de adversidad que tanto gusta al disfuncional Gymboree.
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