Hugo Gutiérrez Vega
El desaliento, el desasosiego y la rabia no son buenos consejeros para escribir una columna sobre el actual calvario mexicano. Sin embargo, debo hacerlo para descargar el dolor y para proponer una serie de reflexiones sobre el destino de nuestro pobre, depauperado, explotado, humillado y adolorido país.
Viendo las calles vacías de una ciudad que mezcla el skyline de cualquier capital con el hacinamiento, la mugre, la pobreza extrema y la insalubridad de las más desamparadas ciudades del tercer mundo, se me encogió el corazón y me comenzó a hervir la sangre.
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