Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia
Una disyuntiva creciente entre quienes creen que México todavía es posible a partir del voto. Frente a los que piensan que todo es inútil. Que la democracia no sirve para derrotar a la pobreza, para generar empleos ni para darles educación y futuro a nuestros hijos.
México padece hoy un nuevo desgarramiento. Entre quienes afirman que ir a votar el próximo 5 de julio no es sólo un derecho sino también una obligación, frente a quienes propugnan que ya basta, que hay que decirles que no a todos mediante una abstención activa. Se trata de ir a las urnas y anular la boleta con un cruce total para que no haya duda del rechazo generalizado a todos los partidos. Una iniciativa que, como la humedad, se va filtrando y creciendo a lo largo y ancho del territorio.
Un debate cada vez más áspero y ácido porque para muchos el voto es un avance democrático irrenunciable que ha costado demasiada sangre y esfuerzo como para tirarlo a la basura; así que hay que votar por cualquiera, aunque se trate del menos malo y no del mejor.
En cambio, el hartazgo se manifiesta en innumerables mensajes que establecen que sólo hay un modo de revertir el proceso de degradación de la política y nuestros políticos: enviar una señal de desprecio como respuesta al menosprecio al que nos han sometido los hombres y mujeres del poder.
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