Ricardo Monreal Ávila
Desempleo e inseguridad son las dos grandes preocupaciones de la mayoría de los ciudadanos y, de manera paradójica, son los temas que están siendo tratados con mayor superficialidad en las campañas electorales en curso.
El desempleo está simplemente ausente de la agenda de candidatos y partidos, mientras que la inseguridad se ha sometida a un intenso manoseo electoral que ha terminado por desnaturalizarlo o trivializarlo como el grave problema nacional que es.
De seguir con este tratamiento se habrá desperdiciado la oportunidad de elegir una legislatura claramente obligada a atender ambos problemas, mientras que el desempleo y la inseguridad seguirán carcomiendo y minando la estructura social del país.
Resulta inconcebible que en medio de la peor crisis económica en casi un siglo (caída del PIB cercana a 8 por ciento, un millón de trabajadores en la calle en sólo unos meses, hoyo fiscal de 22 por ciento en las finanzas, déficit creciente en la balanza de pagos, recesión turística y disminución de ingresos petroleros y remesas), ningún partido haya tomado el empleo y la economía como el punto de inflexión o diferenciación de la campaña.
Los partidos de izquierda, proclives de manera natural a destacar estos temas, se han distraído en otra agenda: proyectar una cara más amigable ante la ciudadanía, abanderar causas de minorías sociales específicas (legítimas, pero sin el peso determinante del desempleo) o tratar el problema de manera tangencial, como parte complementaria de otras “banderas de campaña”.
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