En el círculo rojo de Estados Unidos (prensa, autoridades, especialistas) se tiene la sensación de que México exageró su reacción a la influenza, nos cuentan. El dispositivo después de la epidemia del SARS estaba montado para actuar de manera inmediata y drásticamente; el país acató el manual paso a paso. También existe la duda sobre el manejo de los datos; no teníamos a la mano herramientas para diagnosticar antes de echar a andar los mecanismos de distanciamiento social que ahorcaron la economía nacional, y principalmente la del DF. El golpazo al aparato productivo fue brutal… por el exceso de ortodoxia con la medicina amarga. Ahora bien, si ya le hicimos caso a la OMS, si fuimos responsables con la comunidad internacional, ¿por qué el FMI y/o el Banco Mundial no tienen un plan de reactivación económica? Por como pintan las cosas, se va a necesitar.
Fíjese usted los datos que nos comparten, con INEGI como fuente: en 1985 murieron 28 mil 238 personas por enfermedades respiratorias en México; en 1990 fallecieron 23 mil 958; en 1995, 21 mil 950; en el año 2000 bajaron a 14 mil 244; y en 2007 los decesos fueron 14 mil 575. Esto da pie a muchas preguntas, sobre todo considerando que el saldo de la epidemia de influenza humana no llega siquiera a los 30 muertos.
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