MÉXICO, D.F., (proceso.com.mx).- En la Central de Abasto del Distrito Federal el narcotráfico es cosa de todos los días, así como los secuestros, robos extorsiones y prostitución.
El periódico Reforma publica en su primera plana un reportaje sobre cómo el crimen organizado controla esta zona comercial.
Al recorrer las bodegas y entrevistar a locatarios, reporteros del diario corroboraron que la Central de Abasto del Distrito Federal, la más grande del mundo, con 327 hectáreas, se convirtió en una inmensa zona roja:
“’En la zona de bodegas llegan los cargamentos más duros’, afirmó un comerciante que lleva 20 años trabajando en este sitio.
“REFORMA hizo varios recorridos por la Central, en los que se constató que, entre la 1:40 y las 4:45 de la madrugada, grupos de cinco a ocho personas bajaban de camiones de carga pequeños bultos del tamaño de un ladrillo envueltos en bolsas de plástico.
“Estos paquetes eran movidos más rápido que los costales de mercancía regular, mientras que había dos o tres personas cuidando en las inmediaciones. Luego los cargadores se escondían los paquetes en la chamarra y desaparecían.
“Los entrevistados aseguran que dos grupos controlan el tráfico de drogas, así como a bandas dedicadas al secuestro y a asaltantes que se hacen pasar como trabajadores”.
En las bodegas, además, hombres y mujeres ejercen la prostitución, también hay venta de alcohol y consumo de drogas.
Los asaltos, secuestros y narcotráfico son comunes en la zona comercial, relataron comerciantes.
El director de la Central de Abasto, Raymundo Collins, ha mandado secuestrar y hostigar a quienes denuncian los delitos, consigna el periódico.
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