Por Federico Arreola
Por la primera plana de La Jornada me he enterado de que Felipe Calderón "truena contra la revista Forbes por incluir en su lista a El Chapo Guzmán". Y con Calderón se han indignado no pocos de sus subordinados y muchos analistas de los medios de comunicación.
En Excélsior, Leo Zuckerman dice que "entre más lo pienso, más me enojo con la inclusión de Joaquín Guzmán Loera como uno de los nueve ‘billonarios' mexicanos y uno de los 38 nuevos ‘billonarios' del mundo".
En el mismo diario dirigido por Olegario Vázquez Aldir, otro columnista, Jorge Fernández Menéndez, sostiene que la inclusión del Chapo en la lista de Forbes "es, como se ha dicho, una irresponsabilidad pero, por sobre todas las cosas, una absoluta ausencia de ética periodística".
Otra enojada es Denise Maerker, de El Universal. Esta mujer admite estar "francamente" molesta por el hecho de que Forbes haya especulado a la hora de calcular el tamaño de la fortuna del Chapo Guzmán.
Menos enfurecido, lo que sea de cada quien, Sergio Sarmiento igualmente critica en Reforma el "mal trabajo periodístico" de Forbes que se basa en "una simple especulación".
La verdad de las cosas es que, de acuerdo a lo comentado en El Norte por el Abogado del Pueblo (alias Manuel Jáuregui en Reforma, alias Rodolfo Junco de la Vega en la vida real), el enojado debería ser el Chapo Guzmán.
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