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en el Monumento a la Revolución
Amigas y amigos:
Como hemos venido diciendo y todos sabemos, estamos librando la lucha por la defensa del petróleo en medio de una tremenda crisis económica y de descomposición social.
De modo que, en estos momentos aciagos, lo primero es tener claridad de lo que está pasando, para evitar que por la fatiga y el bombardeo en nuestra contra, en los medios de comunicación, nos precipitemos, tomemos decisiones equivocadas y cometamos errores.
En primer término, es indispensable saber cómo se originó esta crisis económica. Como lo hemos dicho en otras ocasiones, la crisis de México viene de tiempo atrás pero se ha profundizado desde el inicio de la década de los ochenta, cuando un grupo de potentados, sintiéndose dueños del mundo, ordenó a sus técnicos y a sus políticos diseñar y aplicar un modelo que le permitiera apoderarse por completo de los estados nacionales, de los recursos naturales y de los bienes de la inmensa mayoría de los seres humanos.
Para ello, los ideólogos de la derecha inventaron una serie de recetas y recomendaciones que, machaconamente, con el apoyo de los medios de comunicación, fueron imponiendo en la mente de millones de personas para tratar de justificar su política de pillaje.
Así, divulgaron y convirtieron en dogma criterios tan absurdos como el de imponer la dictadura del mercado; proclamar el fin de la historia; la desregulación por completo de la economía y del sistema financiero; la privatización como la panacea; la utilización del Estado sólo para proteger y rescatar a las minorías privilegiadas y la contención salarial y la cancelación de la seguridad social.
También postulaban, y siguen sosteniendo, que el nacionalismo económico es una expresión retrógrada que debía desaparecer; que la soberanía nacional es un concepto caduco que estaba superado y en vías de disolución; que los potentados y los tecnócratas no son corruptos; que el capital internacional es la solución; que debía predominar lo económico sobre lo político y lo social; que debían bajarse los impuestos a los de arriba y cobrar más a los de abajo; que el Estado abandonara su responsabilidad social; y que si le iba muy bien a los de arriba, les iría bien a los de abajo; que si llovía fuerte arriba, goteaba abajo, como si la riqueza en sí misma fuese permeable o contagiosa.
Con todos estos llamados “paradigmas”, que no son más que una retacería de mentiras sin fundamento teórico ni científico, los barones del dinero y sus ideólogos llegaron a imponer el orden del día, la agenda, las llamadas “reformas estructurales”, los marcos legales y las políticas de los gobiernos, haciendo a un lado o sometiendo a los poderes públicos nacionales e internacionales.
En el caso de México, estas políticas fueron secundadas y llevadas a la práctica por un grupo de traficantes de influencias, especuladores, banqueros y políticos corruptos. Aquí no sólo se adoptaron todos estos dogmas de manera ortodoxa sino que se utilizaron como parapeto para llevar a cabo el peor saqueo de las riquezas y de los bienes de la nación que se haya registrado en toda la historia de nuestro país.
A esta política de pillaje se debe la actual tragedia nacional. El saldo ha sido devastador. Hoy, México es un país en ruinas cuyo extraordinario pueblo ha sido condenado a la sobrevivencia. Ya no hay movilidad social y ahora, para salir adelante, sólo han dejado el camino de la migración. Millones de familias están padeciendo por falta de empleo o porque sus ingresos no les alcanzan para lo más indispensable.
A los jóvenes se les ha cancelado el futuro pues son rechazados en las universidades públicas y no tienen para pagar las cuotas de las universidades privadas; tampoco tienen trabajo, por lo que se les orilla a migrar o a tomar el camino de las conductas antisociales. Muchos mexicanos viven hacinados, enfermos y sin seguridad social. Las colonias exclusivas donde viven los potentados, los centros turísticos, las plazas comerciales y un corto etcétera, no son más que islotes en un océano de marginación y pobreza.
Y, desde luego, los responsables de toda esta infamia tienen nombre y apellido. Baste un ejemplo: en 1992, Carlos Salinas de Gortari, en pleno auge privatizador, decidió modificar una ley secundaria para permitir la participación de particulares, nacionales y extranjeros, en la generación de la energía eléctrica que, de acuerdo con el artículo 27 de la Constitución, es una actividad reservada en exclusiva al Estado mexicano.
Es decir, están violando la Constitución. También en ese mismo año, con la idea de privatizar la industria petrolera, Salinas dividió a Pemex en cuatro subsidiarias; una de ellas, la de Gas y Petroquímica Básica.
Hoy, por esa reforma, la Comisión Federal de Electricidad está comprando a empresas privadas, a precios elevadísimos, el 40 por ciento de la energía eléctrica que consumimos. Y todo esto, al final lo paga el pueblo por partida doble: o sea, se subsidia con dinero del presupuesto a estas empresas privadas y, al mismo tiempo, se cobran altar tarifas de luz a los consumidores. Nada más en lo que va del año, los recibos han aumentado 100 por ciento.
Pero, ¿quiénes son los que se benefician de este jugoso negocio? Los grandes empresarios y los políticos corruptos. Tengo pruebas, que voy a entregar ahora, de cómo el principal asesor de Carlos Salinas de Gortari, José Córdoba Montoya, y Claudio X. González, también salinista y actual presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, están asociados en una empresa que le vende energía a la Comisión Federal de Electricidad, y mantienen contratos con Pemex Gas y Petroquímica Básica.
Imagínense cuánta inmoralidad hay en todo esto, si en el gobierno de Salinas se hizo la reforma para privatizar la industria eléctrica y ahora, el que era jefe de su oficina y principal asesor, es empresario del sector energético. Y esa es la situación de Calderón, Mouriño, Elías Ayub y otros más.
De modo que este es el mal que más aqueja y atormenta a la nación. Esto es lo que está detrás de la privatización de Pemex. Esta corrupción es lo que más ha generado desigualdad social y ha hundido al país.
Y por eso, precisamente, es que estamos padeciendo más de la cuenta ante el derrumbe del modelo económico neoliberal.
Todo esto que, desgraciadamente está pasando, lo advertimos desde la campaña por la Presidencia. Dijimos, una y otra vez, que había que cambiar la política económica neoliberal, abolir los privilegios y cortar de tajo la corrupción. Que el principal objetivo del gobierno debía ser impulsar las actividades productivas, crear empleos y garantizar el bienestar del pueblo.
Sin embargo, después del fraude y de la imposición de un pelele en la Presidencia, este grupo ha seguido dominando. A pesar del rotundo fracaso de las políticas neoliberales y del daño que están causando a la mayoría del pueblo y de la nación, siguen aferrados a lo mismo y no están dispuestos a ceder en nada, aunque terminen de destruir a México.
No quieren aceptar que procurar el crecimiento económico de (unos) pocos con el sacrificio y la miseria de (otros) muchos, no sólo produce una monstruosa desigualdad económica y social sino que desata la inseguridad y la violencia e impide la gobernabilidad democrática.
Por eso, no podemos claudicar y tenemos el ineludible deber de seguir gobernando desde la sociedad, en defensa del pueblo y de la nación.
Amigas y amigos:
Hacia delante, yo les propongo que unamos, estrechamente, la defensa de la economía popular con la defensa del petróleo.
Tengamos presente que la devaluación y la actual crisis económica y financiera ya ha provocado, en sólo 30 días, la pérdida del 25 por ciento de los ingresos y de los bienes de la mayoría del pueblo de México.
Tenemos que luchar para que se frene de inmediato este deterioro y se logre la recuperación, de cuando menos lo perdido en los últimos tiempos, mediante la aplicación urgente de políticas económicas y presupuestales en beneficio del pueblo.
No podemos aceptar pasivamente que, como ya lo están haciendo (con el uso de las reservas internacionales del país), se utilice al Estado sólo para rescatar a los de arriba; tampoco podemos permitir que el gobierno usurpador recurra al Fondo Monetario Internacional para aplicar las recetas de siempre que, una y otra vez, han fracasado. Se trata de establecer un manejo de la crisis aplicando un modelo propio que tenga como elementos fundamentales los siguientes:
1. Evitar despidos de trabajadores y un mayor desempleo. Para este propósito, cualquier apoyo de crédito que dé el gobierno usurpador a las empresas, debe estar condicionado a que no despidan trabajadores. Asimismo, se debe llevar a cabo un programa emergente de construcción de obras públicas para reactivar la economía y generar empleos.
2. Establecer el congelamiento de precios de los alimentos, impuestos y servicios y lograr la reducción del costo de los energéticos. Vamos a luchar para que se congelen los precios de la tortilla, pan, agua, leche, huevo, frijol, lenteja, arroz, aceite, carne de res, cerdo y pollo, café, azúcar, pastas, teléfono, transporte público, medicamentos, renta de viviendas, colegiaturas, predial y peajes de carreteras. Inclusive, deben bajar de inmediato; entre otras razones, por el desplome del precio del petróleo, las gasolinas, el diesel, el gas y la energía eléctrica.
3. Debe exigirse que el Estado intervenga de inmediato para frenar la caída de los ahorros o fondos de pensiones de los trabajadores que, de forma irresponsable, se colocaron en las Bolsas de Valores y que, con el derrumbe financiero, han perdido en estos últimos días del 20 al 30 por ciento de su valor. Y es urgente evitar una mayor pérdida en el patrimonio de 39 millones de trabajadores y de la clase media.
4. Que se aumente el presupuesto destinado al campo; se establezcan precios de garantía y subsidios al fertilizante y a otros insumos. Debe garantizarse la autosuficiencia alimentaria y crear reservas de granos básicos.
5. Establecer el Estado de Bienestar, otorgando becas a todos los estudiantes de preparatoria del país; aumentar el presupuesto a todas las universidades públicas; entregar pensiones alimentarias a todos los adultos mayores del país, así como apoyos a madres solteras y personas con discapacidad; y garantizar la atención médica y los medicamentos gratuitos a quienes no cuentan con seguridad social; también deben devolverse los ahorros a los ex braceros y cancelarse la llamada Alianza Educativa, que agrede al sector magisterial.
Estas medidas las tenemos que hacer valer informando y orientando a la gente y exigiendo a los legisladores que, en el Presupuesto de 2009 que, actualmente, se está discutiendo en la Cámara de Diputados (y que se tiene que aprobar antes del 15 de diciembre), se contemplen partidas y subsidios con este propósito.
Al mismo tiempo, exigiremos que se reduzca el gasto superfluo de la alta burocracia, empezando por bajar a la mitad los sueldos de los altos funcionarios públicos, incluyendo al presidente usurpador, a los ministros de la Corte y a diputados y senadores. Sería ofensivo que, ante esta grave crisis económica, ni siquiera se tomara una medida de esta naturaleza.
Todo esto lo tenemos que respaldar con la movilización ciudadana; es decir, nuestras brigadas en defensa del petróleo también se ocuparán de la protección de la economía popular.
Pero no sólo eso: tenemos que organizarnos para crear oficinas de orientación a la gente y defender su trabajo; evitar cobros indebidos de agua, predial, teléfono, luz y otros servicios; llegar, inclusive, a organizar comedores populares en las colonias y en los pueblos más pobres de México.
También, ante la falta de información, debemos presionar, protestar y movilizarnos para que los medios de comunicación —sobre todo, la televisión— actúen con responsabilidad y cumplan su función pública.
Mucha responsabilidad tienen los medios de comunicación en todo este desastre en el que está sumido el país. No sólo por la manipulación que ejercen sino, principalmente, por lo que callan o dejan de informar.
Es lamentable que en los medios de comunicación no se traten con rigor y profesionalismo los grandes y graves problemas nacionales; los asuntos que, verdaderamente, afectan a los mexicanos. Por eso es necesario hacer valer el derecho a la información.
Actualmente se padece de una especie de totalitarismo, de dictadura, en el manejo de los medios de comunicación. Al grado tal que hay sectores de la población, sobre todo de la clase media, que creen estar informados cuando, en realidad, todo lo que saben y repiten proviene de lo que difunden los delincuentes de cuello blanco, a través de sus medios de comunicación.
Pero lo más grave es que esto ha llevado a que no se exprese plenamente la fuerza de la opinión pública para hacer contrapeso a las políticas y actitudes irresponsables que se han venido imponiendo.
Para decirlo de otra manera: si los medios de comunicación actuaran con criterios democráticos y no estuviesen empeñados en defender, hasta la ignominia, al actual régimen, habría menos abusos de poder, menos impunidad y existiría una sociedad mejor.
También nosotros tenemos que seguir construyendo medios alternativos de comunicación, y cada uno de nosotros debe convertirse en un medio de comunicación. Así como lo hicimos en el caso del petróleo, los brigadistas debemos informar casa por casa, colonia por colonia, pueblo por pueblo, con volantes e historietas acerca de la situación económica y de las acciones que lleva a cabo y seguirá realizando nuestro movimiento.
Ahora bien. Como dije al principio, en medio de esta crisis económica y de descomposición social, tenemos que seguir defendiendo el petróleo.
Es claro y del dominio público que, lo hasta ahora logrado, se debe en lo fundamental a nuestro movimiento. No olvidemos que tanto la propuesta inicial de Calderón como la del PRI, iban orientadas a privatizar casi toda la industria petrolera. Tengamos presente que querían legalizar la privatización de la refinación, el transporte, los ductos y el almacenamiento de petrolíferos. Y eso lo paramos. Así como también se avanzó en otras demandas.
Por ello, haciendo a un lado la campaña oficialista y tendenciosa en el sentido de que habíamos triunfado, muchos compañeros, de buena fe, intelectuales, técnicos y expertos, sostenían que era el momento de aceptar lo hasta ahora logrado; vigilar que se cumplieran los compromisos y seguir luchando para evitar cualquier retroceso que signifique violar la Constitución, privatizar o que continúe la corrupción en Pemex.
Sin embargo, como es sabido, por decisión mayoritaria el pasado miércoles en el Hemiciclo a Juárez, de manera democrática se decidió iniciar las acciones de la resistencia civil hasta lograr que se incluyan en la reforma en materia de petróleo, las demandas pendientes de nuestro movimiento. Sobre todo, la prohibición expresa para no permitir la asignación a compañías nacionales o extranjeras, de bloques o áreas del territorio o de las aguas nacionales para la exploración y producción de petróleo.
Aquí quiero informar que este tema, además de haberlo planteado públicamente con anticipación, me tocó comentarlo con nuestros senadores de las comisiones de Energía y de Asuntos Legislativos, cuando se estaban elaborando los dictámenes.
Me consta que Pablo Gómez y Dante Delgado insistieron en que se aceptara la fracción séptima del Artículo 60 de la Ley de Petróleos Mexicanos, para incorporar la prohibición de entregar áreas o bloques del territorio, en exclusiva, a compañías extranjeras. Sin embargo, tanto los senadores del PRI como los del PAN siempre terminaron por rechazarla, a pesar de que consultaron, quién sabe con quién y adónde. Lo cual, como es lógico, nos generó mayores sospechas.
¿Qué significa esto de los bloques? En esencia, se trata de que toda la zona petrolera del país —terrestre y marítima— sería lotificada para conceder estos bloques a empresas extranjeras que manejarían, en exclusiva, la exploración y la producción de petróleo.
Con este proyecto, por ejemplo, el área clasificada como Aguas Profundas, que abarca una superficie de 575 mil kilómetros cuadrados en el Golfo de México, y que significa más de una cuarta parte del territorio nacional, sería dividida en 115 bloques o lotes de 5 mil kilómetros cuadrados cada uno. Es como ceder a pedazos nuestro territorio a empresas extranjeras. Para tener una idea: cada bloque sería del tamaño de estados como Tlaxcala, Morelos, Colima o Aguascalientes.
Este modo de operar de las compañías petroleras extranjeras ya se aplica en el Golfo de México en la parte de Estados Unidos, así como en Rusia, Cuba, Ecuador, Venezuela, Brasil, Perú y Bolivia, entre otros países productores de hidrocarburos.
Nada más que es necesario decir que, en la mayoría de estos países, este tipo de contratos se suscribieron cuando había gobiernos de derecha sometidos a intereses extranjeros. Sin embargo, los actuales gobiernos están cancelando estos contratos y recuperando su soberanía; es decir: aquí quieren aceptar lo que en el mundo ya viene de regreso.
Este asunto es el que más interesa a las cúpulas del PRI y del PAN y, desde luego, a las compañías extranjeras. Por eso la rabia en contra nuestra. No permitimos el engaño. Se les está cayendo su numerito. Decían que no había privatización pero no tardaron mucho en enseñar el cobre.
En poco tiempo todo se ha venido aclarando. Recordemos que, el mismo jueves que se aprobó en lo general dicha reforma en la Cámara de Senadores, legisladores de los partidos del Frente Amplio Progresista pidieron que se discutiera en lo particular este asunto. Sin embargo, a pesar de que se reservó el Artículo 60, por votación mayoritaria de los senadores del PRI y del PAN, se desechó sin argumento alguno el que se debatiera este tema.
Es más: al día siguiente de la aprobación de las reformas, el viernes en la columna Capitanes de la sección Negocios del periódico Reforma, publicada bajo la responsabilidad editorial de ese diario, se dio a conocer una información que deja al descubierto la gran trampa “escondida” en la reforma petrolera aprobada en el Senado de la República. El texto es el siguiente:
“PETROLERAS PENDIENTES
“Calladas pero cabildeando. Así andan las huestes de grandes petroleras como Shell, Exxon Mobil, Petrobras, Statoil Hydro y hasta Chevron.
“Aunque no han fijado una postura abiertamente, está claro que no descartaron de facto su posible intervención en la producción de hidrocarburos bajo las reglas de la reformita que ya pasó el Senado.
“La primera tarea que encargaron a su equipo en México está en manos de firmas de abogados locales, agremiados en la Asociación Mexicana de Derecho Energético, que preside Tomás Mueller Gastell.
“Su misión: interpretar los esquemas contractuales que detonarán los cambios realizados a la Ley Reglamentaria del 27 constitucional en el ramo petrolero.
“La segunda tarea está en manos de las áreas de desarrollo de negocios.
“Estas analizan la conveniencia de entrar a las nuevas opciones que dará Pemex, bajo la modalidad legal de contratos de servicio.
“Antes de eso falta un último paso.
“Ahora que las leyes están casi planchadas, sigue el reglamento de la Comisión Nacional de Hidrocarburos.
“Esta decidirá sobre la asignación de bloques para la exploración y producción de hidrocarburos, el tiempo de adjudicación mediante contratos de servicios y las medidas para la asignación de incentivos económicos.
“Así que las extranjeras no pierden de vista el proceso, pues no descartan que pese a la “reforma chiquita” al final todavía puede salir algún negocio interesante”.
Ayer sábado, cuando dimos a conocer esta información en un manifiesto publicado en el periódico La Jornada, plantee las siguientes interrogantes: ¿qué dirán ahora nuestros detractores? ¿Se atreverán a reconocer con honestidad que nos asiste la razón? Digan lo que digan, actúen como actúen, lo cierto es que la verdad, como la esperanza, es una fuerza muy poderosa y siempre termina por imponerse.
Por eso, nosotros hemos tomado la decisión de presentarnos el martes ante la Cámara de Diputados, para continuar con la resistencia civil pacífica y apoyar a nuestros diputados que, seguramente, van a defender el petróleo con firmeza y patriotismo.
Los convoco a que, desde las 8 de la mañana, nos congreguemos en el zócalo para marchar hacia la Cámara de Diputados, ¿estamos de acuerdo?
Les adelanto que la defensa del petróleo va a continuar. Vamos a defender nuestro territorio y la soberanía nacional. Además de lo del martes, seguirán las movilizaciones; haremos valer todos los recursos a nuestro alcance. Estaremos presentes cuando se quiera aprobar el reglamento de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, en el que se pretende decidir sobre la asignación de los bloques.
Recurriremos también al amparo y a otras medidas legales para lo cual, estoy seguro, contaremos con el apoyo de los mejores abogados de México. Inclusive, acudiremos a foros internacionales y daremos aviso, a cada una de las compañías extranjeras, en el sentido de que no permitiremos que se les entregue en pedazos nuestro territorio, para que sepan a qué atenerse. Vigilaremos cada una de las decisiones que tengan que ver con éste y otros asuntos. Y todo esto será apoyado con la movilización ciudadana, de modo que no se saldrán con la suya.
Amigas y amigos:
Esta lucha continúa. Y no sólo eso: tenemos por delante muchas otras tareas.
Aquí conviene recordar que nuestra meta principal es la transformación de la vida pública de México. Y es hasta que logremos ese objetivo cuando se pueda decir que ya cumplimos. Pero, inclusive, habrá quienes ni entonces se sentirán satisfechos y podrán sostener, con razón, que luchar por la justicia, la libertad, la dignidad y la auténtica democracia, es una forma de vida y que dejar de luchar es como comenzar a morir.
De lo que no hay duda es que nuestra misión es profundamente humana.
No hay satisfacción más grande que luchar por los demás y por causas justas.
Aquí quiero hacer un reconocimiento a los técnicos, expertos e intelectuales que, desde posiciones independientes y ejerciendo a plenitud su libertad, han aportado a este movimiento no sólo sus conocimientos, experiencias sino, sobre todo, su entrega desinteresada al pueblo y a la nación. De manera particular, nuestro agradecimiento a los integrantes del Comité de Intelectuales en Defensa del Petróleo.
Y un homenaje sincero a todas y a todos ustedes que son el alma y lo más importante de nuestro movimiento.
Por último, no dejemos de tener presente que esta lucha ha sido, es y seguirá siendo pacífica. Nunca caigamos en la trampa de la violencia. Eso es lo que quisiera la derecha autoritaria y retrógrada, pero se quedarán con las ganas. Van a seguir con sus campañas de odio y calumnia pero nunca podrán callarnos ni cooptarnos ni someternos.
Vamos a seguir, serenamente, luchando con nuestra conciencia tranquila en pos de nuestros ideales y principios y con la frente en alto.
¡Defendamos el petróleo, nuestro territorio y la soberanía nacional!
¡Viva la Resistencia Civil Pacífica!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!