sábado, 26 de abril de 2008

Andanzas pontificias

Estimado Eduardo:

He aquí un nuevo análisis del CLAEI, que someto a tu consideración, tanto para Forum, como para Forum en línea.
Como siempre, te agradezco tu solidaridad e interés.

Un abrazo,

Luis Gutiérrez Esparza
Presidente

Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAEI) / Latin American Circle for International Studies (LACIS) - Fundación por la Paz en la Era Nuclear (FPEN), afiliada a la Nuclear Age Peace Foundation (NAPF)


El Vaticano, en ruta de colisión global

Impone Bush a Benedicto XVI una línea política peligrosa



La visita del papa Benedicto XVI a Estados Unidos, del 15 al 20 de abril, confirmó los peores temores de los analistas internacionales: el Vaticano se ha plegado a las directrices de la política exterior estadunidense, de clara inspiración hegemónica y sigue una ruta de colisión global, que implica un enfrentamiento abierto con el islamismo radical y puede provocar un baño de sangre de clérigos y creyentes católicos por igual.

Durante su encuentro con el papa, el presidente George W. Bush, intransigente en la línea dura de su política exterior, pese a que es ya el más impopular mandatario en la historia de su país, exigió al máximo jerarca católico que adopte una actitud más beligerante contra el islamismo radical, señalan especialistas del Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAEI), un organismo no gubernamental de análisis, estudio y reflexión, con sede en la ciudad de México.

Los expertos, quienes tuvieron acceso a fuentes diplomáticas del más alto nivel en Washington, DC, así como a especialistas del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos (INSS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de la Defensa estadunidense, dieron a conocer que Bush pretende colocar al Vaticano en la vanguardia de un choque frontal entre el Islam y otras religiones, principalmente el cristianismo. Una consecuencia virtualmente inevitable de esta posición de la iglesia católica, sería que las acciones terroristas de los fundamentalistas islámicos se dirigirían contra personas e instalaciones católicas, eclesiásticas y seglares, en todo el mundo.

El Vaticano, con Benedicto XVI a la cabeza, sigue las directrices de la política exterior estadunidense, subrayan los especialistas del CLAEI; y lo hace a sabiendas de que la llamada guerra contra el terrorismo y sus secuelas, como la intervención en Afganistán y, sobre todo, en Irak, han causado millares de víctimas inocentes y siguen costando pérdidas humanas, tanto de civiles como de militares.

El propósito real de Estados Unidos, que no puede pasar inadvertido a los ojos de los avezados diplomáticos de la Curia Romana, es controlar los recursos petroleros de Irak y en general del Medio Oriente, del área mesopotámica y el golfo Pérsico.

En América Latina, hacen notar los expertos del CLAEI, el Vaticano apoya en los hechos las acciones estadunidenses contra los procesos de integración regional, en particular aquellos promovidos por gobiernos considerados de izquierda o progresistas, desde un contexto religioso en el cual se reaviva la condena a la llamada teología de la liberación, una corriente doctrinaria de pura estirpe latinoamericana, que repudian los teólogos oficiales.

Durante sus años como prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (sucesora de la Inquisición)—importante ministerio del gobierno vaticano--, el entonces cardenal Joseph Ratzinger fue particularmente severo en sus juicios y acciones contra los seguidores de la teología de la liberación. Apenas durante la más reciente reunión de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Celam), en mayo de 2007, a la que asistió el papa, se acató la exigencia estadunidense de renovar la condena a la teología de la liberación como una manifestación del marxismo.

Estados Unidos utiliza al Vaticano para mantener su hegemonía en la región y presionar permanentemente a los países que no siguen los dictados de la política global de Washington y tratan de mantener un mínimo de independencia y de soberanía, consideran los especialistas del CLAEI.

Paralelamente, el Vaticano apoya otras acciones prioritarias para Washington. En enero, Hashim Thaci, un terrorista internacional de negro y sanguinario historial, exlíder máximo del llamado Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), organismo armado y financiado por Al-Qaeda; convertido en presidente de Kosovo por obra y gracia de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), con la complicidad de la ONU, se entrevistó con Benedicto XVI.

En la reunión, el papa y el terrorista acordaron que durante un periodo de cinco años, en territorio kosovar, se llevará a cabo el programa Cruz Romana, cuyo objetivo principal es ampliar la presencia y la influencia de la iglesia católica en Kosovo --en la actualidad punto menos que inexistentes-- y eliminar paulatinamente a la iglesia ortodoxa serbia, establecida allá desde hace siglos.

Benedicto XVI no tuvo empacho en aceptar un convenio basado en la intolerancia, muy poco cristiano, contrario a las enseñanzas evangélicas. Aún más, el Vaticano entregará recursos a Thaci para construir 24 templos católicos en Kosovo. Si el número de católicos crece en la debida proporción, conforme a las proyecciones del Vaticano, revelan los expertos del CLAEI, el papa encabezará una campaña internacional para lograr un amplio reconocimiento a la unilateral independencia de Kosovo, que vulnera la integridad territorial de Serbia; y para que el nuevo país, controlado por terroristas, ingrese en la ONU.

En otro frente, conforme el Occidente –en particular Estados Unidos y la OTAN-- intensifica su ofensiva diplomática hacia los países que formaron parte de la desaparecida Unión Soviética, con el fin de atraerlos a su órbita y ejercer una influencia hegemónica sobre ellos, el Vaticano la apoya, con el propósito de minar la presencia de otras corrientes del cristianismo, en particular las iglesias ortodoxas de Europa Oriental.

La Curia Romana espera hacer crecer el número de católicos y ya cuenta con aliados como el presidente de Ucrania, Viktor Yushenko, quien bajo presión directa del secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarsicio Bertone, dispuso, sin tener la menor autoridad para ello, la separación de la iglesia ortodoxa de Ucrania de la obediencia al patriarca de Moscú y de todas las Rusias, que durante siglos fue la máxima autoridad espiritual de los ortodoxos ucranianos, señalan los especialistas del CLAEI.